jueves, 13 de febrero de 2014

Hombre-hombre. Capítulo I: hablemos de pelo.

No todo iba a ser medicina, y menos con todos los hombres guapos que hay por ahí. Pero, ¿Basta con ser guapo? No, de ninguna manera. Es preciso tener más cosas, y eso es de lo que hablaremos aquí. De claves que hace falta traer a la luz pública para empezar a regalarnos los ojos por las calles. Y no sólo nosotras: chavales, puede que estas reglas sobre lo que es un hombre-hombre, un hombre de verdad, os ayuden a mojar. También es posible que no os sirvan para nada, pero mi nombre no engaña a nadie, ¿Eh? PerraVerde. Quizá mis gustos no sean los estándar, pero por leerlos no perdéis nada. No me hago responsable de las consecuencias que estos perriconsejos puedan granjearos. Así pues,

¿Qué entendemos por hombre-hombre cuando se trata de pelo?

1. Melena, nadie salvo el vikingo. Llevar melena no es cosa de risa. No es cosa de nenazas. Para empezar no le favorece a todo el mundo: unos pocos elegidos como los cantantes de heavy metal o Brad Pitt en Leyendas de Pasión la pueden llevar con cierta dignidad. Si tienes el pelo rizado olvídate porque en lugar de melena vas a acabar con un look afro y no es eso de lo que estamos hablando-eso queda tan alejado en la escala de lo sexy que va a ser la única vez que lo mencionemos: NO, nunca-. Siempre podrías planchártelo, claro, pero te recomiendo que nadie se entere porque salir con un tío que se plancha el pelo más que tú puede ser...cuanto menos extraño.
La melena suele resultar más apetecible si se acompaña de anchos y poderosos hombros porque entonces te da un aire de guerrero bárbaro bastante sexy, de ésos que salen en las portadas de las novelas pseudoeróticas. Pero ojo; requiere un mantenimiento y es imperdonable, en cualquier escenario, llevarla sucia. Pocas cosas hay peores en el mundo y más antieróticas que un hombre con una melena grasienta. Este postulado tiene una excepción y es, por supuesto, que seas un vikingo. Pero tienes que ser un vikingo como éste y llevar el pelo sucio de la sangre de tus enemigos:

Si no has sido bendecido por este físico, 
es decir, si tienes pinta de mortal y no de dios nórdico,
 lo siento pero no, no mola.

2. Postulado Willis/Statham. El hombre-hombre se rapa la cabeza en cuanto empieza a ver indicios de que se va a quedar calvo. Morir matando, always. Sé que es difícil y que requiere valor. Se puede esperar hasta cierto punto crítico, pero cuando te quedes a lo Homer Simpson, con tres pelos arriba y un paupérrimo halo alrededor de la cabeza, es mejor terminar con dignidad y decirle adiós a esos cuatro pelos para entrar en el ilustre mundo de calvos tan sexys como Patrick Kuan o, si estás a las puertas de los "maduritos sexys", Bruce Willis o Jason Statham.

3. Monopolio Bigotil Tom Selleck. El hombre-hombre tiene alguna clase de vello facial (barba preferiblemente, o perilla) que NO ES UN BIGOTE. No sé lo que es besar un bigote y os garantizo que nunca lo sabré porque me parece de lo más antiporno. El bigote despierta en mi mente reminiscencias a rancio, a cuéntame, a ese tío segundo que se emborracha en las bodas. Da una especie de aire entre pervertido y ochentero, como de tipo que es dueño de videoclub de día pero que de noche conduce una furgoneta destartalada y rapta a universitarias incautas en una peli americana. O peor, puede darte aire de mariachi. No quieres parecer un mariachi. Un chico joven con bigote que no se acompaña de perilla me hace creer que quiere aparentar ser mayor y eso me espanta bastante. Porque no es que te añada unos años más, te pone cincuenta mal llevados directamente. El bigote no mola, con una sola excepción en todo el planeta Tierra, y esa excepción se llama Tom Selleck. A nadie, y cuando digo nadie, digo NADIE más le queda sexy el bigote. Sólo a Tom.

4. Excepción al monopolio Tom Selleck. Michael Fassbender, claro. Michael Fassbender podría ponerse un tutú rosa y zapatos de charol y seguiría siendo el hombre con más hombría del universo. Es un ser que suda masculinidad, que desprende follabilidad (esto lo trataremos en capítulo aparte) por eso él es la excepción a todas las reglas que aquí se aplican. Hasta a la del pelo sucio, porque Michael sería incapaz de presentarse en público con el pelo sucio. Lo sé. Él nunca me haría eso.

5. Barba, siempre. Si dudas con la barba, mi apuesta es siempre sí. Si eres guapo te dará un aire de duro/interesante/varonil que siempre es una mejora. Si no eres demasiado agraciado, algo te tapará. Eso sí: responsabilidad. Hay que cuidarla un poco. Tampoco es alto mantenimiento, ¿Eh? Pero hombre, procura llevarla bien recortada porque una barba bien recortada no pincha, o pincha lo justo. Que pinche lo justo puede ser crítico. Cuando te dejes barba podría ser que sufras una de las tragedias masculinas más típicas y es que te salga pelirroja cuando tú no lo eres. Bueno, qué se le va a hacer. Si te sale muy poblada puedes intentarlo, que más se perdió en la guerra.


No es un ejemplo de buena barba. Es pelirroja y tiene pinta de pinchar que te cagas. Pero miradle. Miradle bien. Por eso él es la excepción a todas las reglas del hombre-hombre. Las volatiliza con su endiablado sex-appeal.

Bonus track: la polémica del pelo en la espalda. Si hay que ser sinceros, no, pelo en la espalda preferiblemente no. Pero claro, ¿Pelo en el pecho? Eso sí. El tema es que si un tío tiene pecholobo suele tener también la espalda de la misma manera porque eso viene dado por nuestra amiga la testosterona. Llegados a esta encrucijada tenemos que poner dos cosas en la balanza: o tolerar el pelo en la espalda o que se depile. Y para no caer en la hipocresía, ¿Si nos gusta el pelo en el pecho, nos va a gustar que se depile? Lo más coherente es que no; el pelo en el pecho simboliza al hombre clásico, al hombre que no tiene más cremas que tú, al leñador canadiense que te va a dar lo tuyo (tengo una debilidad por los canadienses, ¿Será por Lobezno?) y esa gente no se depila. Así que mi inclinación en este tema es aceptar que sales con un oso. Si él se depilaba antes, pues vale, tampoco se lo vamos a prohibir, aunque no queremos imaginarnos la escena. Pero yo no seré quien se lo pida, eso desde luego.

5 comentarios:

  1. Es la primera vez que veo tu blog y lo siento pero me has conquistado. Mientras leía pensaba, QUÉ MÁS DA EL PELO QUE TENGAN EN LA CABEZA, LA BARBA, LA BAAAAARBA es lo que interesa! y llego al apartado Barba y me encuentro con el hombre entre los hombres, mi Fassy. Y mira que apenas es conocido, y que muchas de sus pelis son un poco bodrio (hay que admitirlo, lo siento, a Jane Eyre, Hunger, Shame o Un método peligroso me remito........) pero me has caído bien solamente por compartir mi gusto por este hombre. Ahora, te recomiendo que veas/vueltas a ver Jane Eyre y allá por el final te arrepentirás de haberle elegido a él para el apartado Barba, porque da una GRIMA con una barba jipiosa y despuntada que tiene.........

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  2. Y por cierto: pelo en la espalda NO. Bajo ningún concepto. Ni en los hombros.

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  3. No puedo estar más de acuerdo contigo en cada una de las categorías. Lo cual me hace pensar que igual también soy una perra verde :)))) ¡Reconforta ver que alguien más piensa lo mismo!

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  4. Me alegra que os haya gustado, habrá más entregas! ;)

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  5. Empecé un comentario pero me lo comió el perro y me dio pereza reescribirlo. Pero que pena no comentar, no? Así que de nuevo. Mi foto con bigote de la mili (de cuando cuéntame) me hacía parecer un guardia civil. Pero para afeitarse a todo correr venía muy bien. La barba es otra cosa. Genéticamente tengo (como mis hermanos) una mata de pelo en la cabeza, y me pregunta la gente que con qué me tiño, que hay pocas canas. Coleta me dejé en una de mis crisis, pero chica, es incomodísima. Pero la barba, que mi padre tenía entre morena, pelirroja y canosa, yo la tengo como papa noel. Así que de barba nada. Un clásico, vamos...

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