jueves, 12 de abril de 2012

Mi Bruxismo y Yo.

Acaba de triscarme la mandíbula de la manera más brutal. Y no he hecho ningún movimiento exagerado, me he limitado a entreabrir la boca a ver si tenía agarrotado el masetero (el músculo éste de masticar) y muy discretamente, con cuidadín. Y entonces, CRAC. No sé cómo habrá sonado desde fuera, pero dentro de mi cabeza ha habido eco y todo.

Me he parado en medio del pasillo pensando: ya está, se ha roto, ha claudicado por fin, estoy en A Tomar Por Culo y para cuando llegue la ambulancia moriré del dolor, me despertaré con unos hierros como los de Homer y tendré que vivir a base de puré de verduras (agg) y pasaré meses sin que me puedan dar besos con lengua y...

Y me percaté de que no me dolía. Me había quedado una sensación rara, sí, como de vacío, como si después del trisquido algún cable de los de por ahí dentro se hubiera soltado y ya no estuviera, pero estaba bien. Deseé tener un aparato de rayos X a mano para verme la mandíbula por dentro, dándome cuenta de que estoy bastante enferma y que debería aflojar el ritmo de estudio para que no se me ocurrieran esas cosas.

Mi historia con el bruxismo viene de largo, desde segundo de carrera, concretamente. En algún momento de ese curso comencé a levantarme con los músculos de la mandíbula cansados, como si me hubiera pasado toda la noche mascando chicle, pero no se me ocurrió que apretaba los dientes mientras dormía porque no había oído que eso pudiera pasarle a nadie, ilusa de mí. El caso es que la sensación de cansancio pasó a ser de dolor y no sólo de mandíbula, también de cabeza, así que decidí ir al dentista.

Mi dentista es estomatólogo, es decir, que hizo medicina, y por tanto me trata casi como a una colega y le gusta decir mucho "cóndilo" en sus explicaciones, para que vea que él se acuerda de la anatomía (yo no, pero hago como que sí, pongo cara así como de entendida, levanto las cejas y de vez en cuando intercalo un: "ah, claro"). Es el típico dentista que te habla esperando que contestes con todos los instrumentos de hurgar en la boca dentro de tu boca. Una vez me contó la historia de su fístula: hicieron una sentada en la facultad protestando por algo, y de estar todo el rato con el culo pegado al suelo le salió una fístula anal, con tan mala fortuna que se le reventó en pleno examen de Farmacología, pero gracias a Thor [1] se había puesto unas compresas que absorbieron el desastre. Y me contó la anécdota mientras me hurgaba en la boca. Muy rico todo.

El caso es que me hizo una placa de descarga blanda, que tras meses de incómodo uso se reveló como inútil, y luego una placa de descarga Michigan, en la que deposité todas mis esperanzas porque tenía ya nombre propio y eso, quieras que no, le da respetabilidad a una placa de descarga.

Y sorpresa: me seguía doliendo. Ya no me dolía un poco todos los días, me pasaba incluso dos o tres semanas enteras perfectamente, pero entonces amanecía un día con el dolor de todas esas semanas condensado. De ése que si tienes suerte se va con dos ibuprofenos y si no, pues te jodes. Y lo primero que me preguntaba todo el mundo era: "¿Te pones el aparato?". No queréis preguntarle eso a alguien que tiene un bruxismo brutal, en serio, si pretendéis conservar la cara intacta, no queréis. Porque joder, si te duele un giritón la mandíbula y te dan una cosa para solucionarlo, lo lógico y normal a no ser que seas masoca es que te lo pongas. Vamos, digo.

Me recetaron relajantes musculares suaves para las épocas de estrés. Problema: yo no sé cuándo se avecina una época de estrés, porque sí, aprieto los dientes cuando estoy nerviosa (en exámenes, cuando iba a conocer a Potenciales Suegros...) y entonces me tomo el relajante durante unos días para evitar la agonía absoluta. Pero otras veces la mandíbula se pone nerviosa sola y decide apretar como si no hubiera mañana, aunque esté en plenas vacaciones de verano. Otras veces aprieto durante el día sin darme cuenta: cuando estoy con gente que no conozco y estoy un poco tensa, cuando estoy haciendo un examen, cuando me da por morderme la boca (porque en lugar de morderme las uñas me muerdo la boca por dentro, lo de perra verde no lo escogí por casualidad), o porque muerdo torcido sin darme cuenta. Y entonces el daño está hecho y el relajante muscular no sirve de gran cosa.
Además, me levanto hiper drogada la mañana siguiente y no puedo estudiar demasiado bien, y recordemos que me los tomo en época de exámenes.

Pese a todo, he tenido varios Días del Juicio Final. Han sido días en los que no me he tomado el relajante, en los que no estaba especialmente nerviosa, pero el dolor me ha despertado de madrugada. Temí que me estallara la cabeza, es más, lo deseé para que acabara aquel calvario: dolor de mandíbula, de cabeza, ganas de vomitar, ME MUERO...La primera vez que me pasó eso me tuve que tomar un Nolotil, porque sabía que los ibuprofenos iban a tener la efectividad de las gominolas.
No se me pasó del todo.
Pero sí lo suficiente como para volverme a dormir. Luego estuve todo el día medio zumbada.

Y lo que más me mosquea es que puede que sea una nenaza, porque en mi clase varias personas me han contado que tienen bruxismo pero con las placas se les ha pasado. Y desde luego, ninguna lo describe como Dolor Infernal del tipo Se Va a Acabar el Mundo Hoy. Del tipo Se Caga la Perra Verde.

Consulté con un maxilofacial, a ver si me decían que me podían extirpar algo, no sé, aunque fuera hurgarme un poco a ver si sonaba la campana, pero nada, me salió con que mi exploración era atípica, que no parecía que tuviera bruxismo aunque por lo que contaba tenía que ser eso (FLIPÉ, en colores, ¿Me estaba llamando loca, mentirosa o rara?). Aunque bueno, le perdoné, porque por algo lo bauticé posteriormente como el Maxilofacial Buenorro, qué tío: joven, guapérrimo, médico. Mi Señora Madre quiere que volvamos sólo para poder verle otra vez. Considerando que ambas estamos comprometidas, y que nos tiraríamos de los pelos peleando por él, no lo considero prudente.

Volví a consultar al dentista y me dijo que iba mejor, que tenía los cóndilos más en su sitio.

Así que ya sólo me queda apuntarme a yoga, a ver si me relajo el nerviosismo subconsciente que debo de tener, aunque yo no me lo note.













[1] Supongo que diría gracias a dios, pero el único dios en el que creo yo es éste:


No me digáis que no es divino.

3 comentarios:

  1. Me pasa exactamente lo mismo, pero en cualquier momento del día me da eso. Sentía que me iba a salir sangre por los ojos con ese dolor extraño en la cabeza. Exactamente lo que dices: "dolor de mandíbula, de cabeza, ganas de vomitar"

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  2. Leo esto de casualidad, y contesto por tanto bastante tarde, pero viendo tu historia quizás todavía te pueda servir. ¿Nadie te ha sugerido que acudas a un fisioterapeuta experto en la esfera cráneo-mandibular? Yo no tengo demasiada formación ni mucha experiencia en el tema, pero hasta ahora los tratamientos que he aplicado a este nivel han sido efectivos. No conozco tu historia clínica, y por tanto no puedo determinar si en tu caso sería efectivo, pero si sigues con ese dolor insoportable, creo q no pierdes nada por probar, al contrario, puedes ganar mucho. Hay dentistas y fisioterapeutas que están trabajando en equipo con muy buenos resultados.

    Espero que te sirva, un saludo

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    1. Pues ya me lo habían comentado, buscaré más información, sí. Gracias por pasarte y por el consejo!

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