sábado, 10 de noviembre de 2012

Arresto domiciliario.

A ver, yo me dije que iba a retomar el blog e iba a retomar el blog, de verdad. Pero entonces caí víctima de la postración y la enfermedad.
Resulta que estoy haciendo prácticas en el servicio de Hematología del hospital, y eso supone que hay gente que tiene, literalmente, cero linfocitos en sangre; vamos, que están aislados rollo película (no en una burbuja de plástico pero casi; los trasplantados de médula están en una habitación para ellos solos, con un acompañante que vive allí con ellos durante dos semanas, a veces más, y sin que puedan salir ninguno de los dos porque cualquier mini catarro se los lleva al otro barrio) y sólo se puede entrar con mascarilla y si no portas ningún tipo de infección activa.

Hace dos semanas, después de una comida familiar con Todos los Primos y Tíos que habían venido de Todos los Rincones del Mundo empecé a encontrarme mal. Mi sospecha era que alguna de las dos niñas pequeñas, hijas de mi primo el mayor, me había pegado algo. Porque el primo más mayor que tengo me saca más de veinte años, y el más pequeño, me saca cinco; mi hermana y yo siempre hemos sido las pequeñas, quizás por eso estoy poco acostumbrada a ver bebés y mi organismo no está correctamente prevenido para interactuar con ellos.

Total, que yo creí que era gripe y me dije: bueno, un par de días sin ir a prácticas, me tomo algo tipo Frenadol de la farmacia y, como tenemos casa libre durante CINCO PUTOS DÍAS, para cuando se venga el Rubio ya estaré bien y nos vamos a pasar un puente del copón.

ERROR. Error fatal. El miércoles empecé a tomar los sobres de la farmacia; la eficiente farmacéutica me había dicho que en tres días me encontraría mejor, así que nada, para el sábado ya podría salir de fiesta y todo. Esa noche llegó el Rubio y yo traté de sobreponerme a mis males. No paraba de repetirme a mí misma que al día siguiente estaría mejor, que aquello sólo era un leve malestar y que aunque estuviera un poco cansada se me pasaría. Hasta fuimos a comprar cómics y todo. Es verdad que me dio un mareo un poco chungo pero pensé que era de hambre y entré en un bar a comerme un pincho y santas pascuas, porque para mí la comida es sanadora, espiritual y milagrosa.



Hasta el sábado por la mañana. El último sobre con paracetamol databa de la noche anterior, y entonces descubrimos que el paracetamol había estado enmascarando un fiebrón de alucinar, y que por eso estaba cansada y me mareaba. Así que amanecí el sábado que no me podía mover de la cama. Llamé a Señora Madre y le pregunté que a dónde tenía que ir para que me viera el médico de cabecera un sábado, porque claro, con eso de que nunca me pongo mala no sabía ni cuál era mi médico. Me quiso mandar a Señor Padre con el coche ipso facto, pero al final conseguí negociar: me tomaría un ibuprofeno y, si no se me pasaba, la llamaría. Yo es que soy de esa gente odiosa que no va al médico hasta el último momento. perriconsejo: eso está mal, niños, hay que ir al médico, os lo digo yo que estoy en fase de serlo.

Total, que me iba encontrando peor y allá que nos fuimos, el sufrido Rubio, mi Señor Padre y yo a que me vieran. El médico muy majo, me dijo que tenía taquicardia y todo por la fiebre -yo algo me había notado pero tampoco quería dármelas de lista-y que la fiebre venía de unas placas de pus gigantescas que tenía en las amígdalas.

-Jo, pues tiene delito porque me las he estado mirando y no me las he visto....

y ahí se me escapó que estudiaba medicina, y eso es algo que no hay que decirle a tu médico porque se emociona mucho: para empezar puede usar palabras técnicas que con otra gente no puede. Tú igual no captas todo lo que está diciendo porque claro, el ibuprofeno que te has tomado te está bajando la temperatura de golpe y estás sudando como nunca, como nunca, nunca (no sé si sabéis que no soy mucho de hacer ejercicio y, por lo tanto, tampoco de sudar), te duele la cabeza, te duele la garganta, la taquicardia es bastante molesta y de repente, al ir a levantarte de la camilla, te pega un mareo del copón. El médico, muy eficiente, me tomó la tensión y resulta que era una bajada. Pues nada, amoxicilina, aquarius y reposo absoluto hasta el lunes.

Señor Padre se fue a casa y el Rubio desplegó la campaña Novia-Enferma: se fue a comprar el antibiótico, la comida y una tableta de chocolate Milka para animarme y se pasó el resto del puente soportando mis mocos y mi cara de me muerooo estoicamente. Me enorgullece decir que mis pintas desastrosas no le desanimaron de intentar tocarme las tetas disimuladamente un par de veces. Eso, amigos, es amor y lo demás son tonterías. También es verdad que para ser unas vulgares anginas se agobió muchísimo, a mí me hacía hasta gracia. Que es fiebre, no me van a meter en la UCI...Hace gracia, pero también piensas que si con unas anginas se pone así, como te pase algo serio mejor que esté también otra persona con más aplomo porque claro... menos mal que no pienso parir nunca, sino me tendría que llevar a alguno de mis amigos al paritorio para que me distrajera un poco. Aunque, ahora que lo pienso, tengo pocos amigos de fuera de la carrera que no se mareen con la sangre, les den fobia las agujas, o incluso las vaginas...bueno, como no voy a tener hijos tampoco me voy a romper la cabeza con el tema.

El caso es que para el lunes había mejorado, y el martes pasado me planté en Hematología, pero me mandaron para casa...y decidí no volver hasta el próximo lunes. Así que, ahora sí, espero que ésta sea la vuelta definitiva...



1 comentario:

  1. A nadie le mola ir al médico, a no ser que tengas ese síndrome raro que te hace fingir estar enferma para que te atiendan los médicos (en un capítulo de "House" salía una tía así).

    Espero que para mañana ya estés bien ;)

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